Y SE HIZO LA LUZ
3 de agosto de 2022

Hace solo 30 años, la energía que recibíamos en nuestras casas y negocios se generaba, transmitía y distribuía a través de empresas públicas. Las tarifas se fijaban con criterios políticos sin mayor preocupación en la sostenibilidad financiera del servicio o la expansión de cobertura que alcanzaba solo la cuarta parte de la demanda.Como pasa con toda empresa pública, sus pérdidas por aproximadamente 200 millones de dólares al año, eran socializadas, es decir que las pagábamos todos los peruanos. Las tarifas solo cubrían el 40% de los costos reales del servicio, en tanto el 60% era subsidiado y se reflejaba en esos 200 millones antes aludidos. Ergo, un servicio exclusivo, de poca cobertura, ínfima calidad y que dejaba pérdidas gigantescas al erario público.No debe sorprender, por tanto, que 5 de cada 10 peruanos no tuvieran acceso al servicio, que tomara 45 días la instalación de un medidor domiciliario o que la atención de una emergencia fuera atendida hasta en 27 horas.El sector eléctrico sufrió un profundo cambio que tuvo básicamente tres pilares. Primero, se separaron las distintas actividades de generación, transmisión y distribución, lo que permitió determinar costes en cada tramo del servicio de manera independiente. Adicionalmente, se establecieron metodologías para el cálculo de tarifas y, por último, se trasladó a manos privadas una parte importante del sector, señala Leonie Roca, presidenta de AFIN.

  • [Gestión,Pág. 9]
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