"El enemigo de mi enemigo es mi amigo", dice un conocido proverbio árabe. En el fragor de la coyuntura política por la que atraviesa hoy el Perú, la tendencia a tomar bandos y formar alianzas implícitas es natural. Pero cuando los méritos de una persona se juzgan con base en su utilidad para el bando al que pertenece, y no en función de su credibilidad o trayectoria, se corre el riesgo de caer en serios errores.Esto cobra especial relevancia cuando hablamos de los aspirantes a -o, ya de plano- colaboradores eficaces que han comenzado a aparecer en los últimos meses y que vienen denunciando presuntos actos de corrupción cometidos en el interior de este gobierno, incluso con la aquiescencia o participación directa -según sus versiones- del presidente Pedro Castillo. Hablamos aquí de Zamir Villaverde y de Karelim López, principalmente, pero también de otros que podrían seguir apareciendo con el paso de las semanas.(Edición domingo).