Por más de tres décadas, el Perú creció sostenidamente al ser un destino de inversiones predecible y competitivo en el mercado internacional. Sin embargo, los últimos 12 meses han estado marcados por una exacerbada conflictividad social en las principales regiones minero-energéticas, así como por la poca comprensión de nuestros actuales gobernantes sobre las bondades y enormes oportunidades que tiene el Perú y el rol que juega nuestro sector en el impulso al desarrollo nacional.Como representantes de un sector que constituye un importante motor de la economía, esta situación nos exige redoblar esfuerzos y seguir trabajando por el desarrollo de las industrias minera, de hidrocarburos y eléctrica. Estas, en conjunto, tienen el potencial de poner nuevamente al Perú en la ruta hacia el desarrollo económico, favoreciendo el progreso de los peruanos.Concretar este desafío tiene un impacto social de gran importancia. Hoy, más de 7,5 millones de peruanos dependen directa e indirectamente del trabajo que generan las empresas minero-energéticas. Además, el sector representa el 70% de las exportaciones del país, el 42% de los impuestos que pagan las empresas, el 23% de toda la inversión privada y el 12% del PBI, señala Raúl Jacob, presidente de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía.