En el Congreso siguen sin enterarse de la mala imagen que les genera el afán de bloquear el acceso de la prensa a los ambientes en los que se tramita asuntos que competen a los ciudadanos, supuestamente en nombre de ellos. Como se sabe, desde el inicio de la pandemia, hace ya más de dos años, la presencia de los reporteros en el Palacio Legislativo fue prohibida, y con justa razón. Como en cualquier otro lugar frecuentado por cientos de personas, existía allí el riesgo permanente del contagio. Y si aun con esas precauciones ha habido integrantes de esta y de la anterior representación nacional que resultaron infectados por el virus, es de imaginar cuál podría haber sido el cuadro si las referidas no hubiesen sido adoptadas.