La semana pasada, el presidente Pedro Castillo afirmó ante un grupo de embajadores que el Perú "es un destino seguro para las inversiones". Es sabido que el mandatario adapta su discurso al público que tiene enfrente: cuando se trata de audiencias foráneas, los lee o los dice de memoria, mientras que en eventos como mítines o inauguraciones, improvisa y coincide con las posturas de sus colaboradores cercanos y miembros conspicuos del partido oficialista. Es decir, se une al belicoso coro que sigue culpando al sector privado de todos los males que aquejan al país e insiste en su obsesión por cambiarle el significado a la palabra "monopolio".Cumplidos nueve meses de incompetencia gubernamental y ataques contra la iniciativa privada, incluidas amenazas de intervención estatal, temores de aumentos de impuestos (para compensar las exoneraciones a alimentos y combustibles) y pésimo manejo de conflictos sociales (sobre todo en minería), se acumulan los indicios de que la inversión privada está en retirada. Esto a pesar de las constantes advertencias, desde el inicio del Gobierno, de que las empresas estaban postergando sus planes y proyectos, y ante la indiferencia y pasividad de la gran mayoría de congresistas.