Que Hernán Condori no tenía los pergaminos para ser ministro de Salud es algo que quedó patente desde su primera semana en el cargo. Ello, por supuesto, para el que quisiera ver. Su video promocionando la ya famosa "agua arracimada" o aquel otro en el que publicitaba un método para detectar el cáncer de cuello uterino "en un minuto", así como la circunstancia de que se encontraba incurso en una investigación por los presuntos delitos de cobro indebido y negociación incompatible en agravio del Estado eran razones suficientes para que el Congreso forzara su renuncia de manera perentoria.