Dos días atrás, nuestra selección de fútbol completó un logro que tras la primera rueda de la Eliminatoria sudamericana con miras al Mundial de Qatar 2022 parecía imposible. De la mano del profesor Ricardo Gareca, el llamado "equipo de todos" venció a Paraguay por 2 a 0 y, con ello, se ganó el derecho a disputar el repechaje con quien resulte ganador del partido entre Australia y los Emiratos Árabes Unidos en busca de un cupo para participar en la más grande fiesta del fútbol mundial.¿Cómo consiguió el equipo nacional remontar la adversa situación que enfrentaba hace menos de un año? Pues con disciplina, inteligencia, amor a la camiseta y, claro, también un poco de suerte: una mágica fusión de factores que hizo que la selección gozara, a través de todo el proceso, del respaldo indeclinable de una gran mayoría de los peruanos, aficionados al balompié o no.La circunstancia de que el episodio final de esa hazaña tuviera lugar solo un día después de que una moción de vacancia presidencial por incapacidad moral permanente se debatiese y votara en el Congreso ha motivado comparaciones fáciles y no siempre bien calibradas. La pregunta que hemos escuchado estos días expresada en distintos tonos es más o menos la siguiente: ¿Por qué nuestros políticos no pueden poner su amor a la patria por encima de sus diferencias y trabajar todos unidos entregándonos una buena gestión gubernamental?