Que este gobierno funciona como una agencia de empleos para sus allegados y simpatizantes es algo que se hizo evidente desde las primeras semanas de la gestión del presidente Pedro Castillo. Ministros y viceministros que no presentaban las características técnicas o éticas adecuadas para desempeñarse en los cargos a los que habían sido nombrados y debieron dejarlos con relativa rapidez son los ejemplos de ese fenómeno que inmediatamente vienen a la mente, pero hay muchos más.