El debate y la votación frustrada de la moción de censura al ahora exministro de Transportes y Comunicaciones, Juan Silva, puso este lunes en evidencia que existe dentro de la oposición parlamentaria un sector que, cuando la situación exige decisiones terminantes, no está dispuesto a cumplir su rol. Se trata, por cierto, de una evidencia reiterada, pues ya desde las ocasiones en que el gobierno del presidente Pedro Castillo presentó al pleno del Congreso gabinetes integrados por personas que, por razones éticas o de incompetencia, eran inaceptables para quien estuviera comprometido con la fiscalización al Ejecutivo, entregaron su voto de respaldo en aras de una supuesta "gobernabilidad" que se sabía imposible. La circunstancia de que esos gabinetes terminaran cayendo en medio de los escándalos que todos conocemos son prueba de ello.