Ayer, poco después de las 9 de la noche, el presidente Pedro Castillo anunció que había aceptado la renuncia de su hasta hace pocas horas ministro de Transportes y Comunicaciones, Juan Francisco Silva. De más está recordar que la continuidad de Silva en el MTC era insostenible (los cuestionamientos en su contra iban desde su nula idoneidad para desempeñar el cargo hasta las denuncias de haber convertido al sector en una agencia de empleos para los seguidores de Perú Libre), pero ello no le resta un ápice de vergüenza a la actuación, primero, del propio mandatario, que lo designó en tal alto cargo y que lo mantuvo allí a lo largo de siete meses y cuatro consejos de ministros, y segundo, del Congreso, que se rehusó a despacharlo cuando tuvo la oportunidad de hacerlo.