Pocitos es una de las más de 20 playas contaminadas por el derrame del 15 de enero en la refinería La Pampilla y en estas tres semanas lo que ha cambiado es la cantidad de personal con mamelucos blancos manchados que intenta limpiar el crudo adherido a las rocas. El Comercio ha visitado esta zona desde el inicio del desastre ambiental y ha constatado que, aunque hay más trabajadores, las piedras siguen tan ennegrecidas como las pozas que dan nombre a la playa.Aquí gran parte del trabajo que se realiza es manual, ya sea con lavado de rocas a presión o uso de paños absorbentes.