El nombramiento y caída del Gabinete Valer posiblemente será recordado como el punto de inflexión en la presidencia de Pedro Castillo. Fue entonces cuando el mandatario terminó de confirmar -para quienes aún necesitaban confirmación- que se trata de una persona profundamente inadecuada para ejercer el mayor cargo de la República, y que lo responsable sería que se aparte voluntariamente de la presidencia causando el mínimo daño institucional.Y si bien este podría ser el momento terminal de la gestión (el debate empieza a girar más alrededor de cómo saldrá Castillo de la presidencia y menos alrededor de si debería salir o no), la verdad es que los indicios de incompetencia y falta de transparencia estuvieron ahí desde incluso antes de la toma de mando en julio pasado. Pero algunos, convenientemente, prefirieron pasarlos por alto.