El hemiciclo del Congreso parecía ayer un hospital. Médico y enfermera entraban y salían de la sala estetoscopio y tensiómetro en mano.Por eso, la jornada vespertina -al menos en su primera parte- fue lo más parecido a un capítulo del "Doctor Kildare" (para las memorias veteranas) o de "E. R." (para las más jóvenes), pues el protagonismo y las decisiones surgieron del tópico parlamentario y los galenos, los cuales sentenciaron que a causa de una hipertensión Alfredo González no estaba ni para una 'pichanguita' y menos para acudir a sustentar su defensa en el debate sobre el levantamiento de su inmunidad parlamentaria.No obstante el diagnóstico médico, González llegó hasta la sesión plenaria e ingresó al hemiciclo rengueando y a paso lento, como si acabara de ser víctima de un 'foul' del 'Puma' Carranza.La presencia de González no era obligatoria, ya que en la mañana se suspendió la sesión precisamente porque un certificado de salud acreditaba que González sufría de hipertensión y le recomendaba descanso médico.Esto obligó a diferir el debate para la tarde y se indicó que no era obligatoria la presencia de González. Por eso el presidente del Congreso, Ántero Flores-Aráoz, dijo: "En la mañana, cuando postergamos, se dijo claramente que si no podía acudir el señor González, podía hacerlo su abogado. Sin embargo, Alfredo González ha venido".Una vez en el hemiciclo -previo paso por el tópico, de donde salió diciendo que tenía 20 de presión- González se sentó en el lugar designado. Su apariencia preocupó, por lo que Luis Gonzales Posada (Apra) pidió la suspensión de la exposición, siendo secundado por algunos de sus colegas. De inmediato, Flores-Aráoz convocó a junta de portavoces. Su decisión fue postergar el debate hasta el lunes próximo. Como el reglamento indica que la votación debe hacerse tres días después del debate, el desafuero de González se resolvería recién el viernes 17. Para ello será necesaria la ampliación de la legislatura por dos días, pues esta concluye el 15 de diciembre.