Hugo Chávez acaba de retomar sus ataques al Perú afirmando que la elección de Alan García "fue dudosa" y que "le hicieron fraude" a Ollanta Humala, algo que ni siquiera este cree.Por el contrario, el 'nacionalista' ya parece consciente de que la elección 'se la robó', precisamente, el caribeño prepotente y su propia incapacidad de tomar distancia de él. Es irónico, además, que un consuetudinario ladrón electoral como Chávez hable de fraude en las urnas.A nadie le debería sorprender el comportamiento bravucón de Chávez, pero no por ello deja de sorprender que su invicta impertinencia ni siquiera se tome un recreo cuando debería estar sumando votos para su pretensión de que Venezuela logre la silla de miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, por la que compite con Guatemala.Luego de todos los estropicios diplomáticos generados por Chávez, y una vez concluida la elección en el Perú, el Gobierno de Lima hizo los guiños necesarios para darle a entender a Caracas que, a pesar de las obvias diferencias, se podía tender el puente para un pronto retorno de los embajadores.Sin embargo, Chávez se ha dedicado a petardear esta posibilidad a través de insultos recurrentes, que constituyen el rasgo más frecuente de su estilo financiado por el alza del precio del petróleo.Esto simplemente posterga el eventual restablecimiento pleno de la relación diplomática con ese país, pero hay una decisión ineludible, programada para el 16 de octubre, que el Gobierno peruano debe tomar, entre Venezuela y Guatemala, para ocupar uno de los dos sitios que le corresponden a América Latina en el Consejo de Seguridad.Emocionalmente, lo que provoca es meterle una buena patada (diplomática) en el trasero al tiranuelo venezolano y votar por Guatemala. La política exterior, sin embargo, no se conduce con la pasión sino con la cabeza y con el interés estratégico de largo plazo de la nación. Desde ese punto de vista, al Perú le convendría más votar por Venezuela, aunque lo deseable sería que, finalmente, se tenga que optar por un tercer país de consenso, señala el director de Perú 21, Augusto Alvarez Rodrich.