El nombre Tamboraque sonó con fuerza en los noticieros en el 2017. Los deslizamientos por lluvias intensas que causaba el fenómeno de El Niño entre febrero y marzo de ese año y la cadena de sismos que se registraron en Huarochirí en setiembre pusieron el foco en los relaves mineros asentados al lado del río Rímac. El entonces alcalde de esa provincia advertía sobre el riesgo de contaminación si el arsénico, antimonio, plomo y zinc caían al agua que alimenta a la región.Pero la historia de los relaves de Tamboraque empezó mucho antes y hoy, cuatro años después, sigue sin resolverse. Osinergmin confirmó a El Comercio que la empresa Great Panther Coricancha S.A. -que compró la mina en el 2015- mantiene pendiente el traslado de 140.000 m3 (casi 140 mil toneladas) de relaves remanentes ubicados al pie de la ladera del cerro Tamboraque.