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26 de septiembre de 2006

Piconería presidencial. Cuando en la noche del viernes Alan García Pérez aceptó asistir a la inauguración de la Novena Sesión Extraordinaria del Parlamento Andino, nunca se imaginó que el presidente de esta entidad regional, el senador colombiano Luis Fernando Duque, se inmiscuiría en asuntos internos del Perú.Fue cuando Duque le pidió --hasta en dos oportunidades-- que, por encima de su política de austeridad fiscal, autorizara el giro de fondos públicos para que los cinco representantes de nuestro país ante el Parlamento Andino (elegidos en las urnas del 9 de abril) puedan cumplir su "deber" con el pueblo peruano."La democracia no puede ser tomada como un gasto. Es una inversión. La integración andina y el concepto nuevo no es de poca monta. Es un reto y un compromiso nuestro", dijo Duque mientras García alzaba una ceja y miraba de reojo a la aludida delegación peruana.Sin embargo, cuando le tocó hablar al mandatario, este no pudo con su genio y, dejando atrás los cánones del lenguaje diplomático, le enmendó de a poquitos la plana al visitante. Para empezar, aseguró que como "seguidor y alumno de (Víctor Raúl) Haya de la Torre y, a su vez, continuador del pensamiento de Simón Bolívar, el más grande de los audaces" sí cree en la integración, pero a través de la unión sudamericana y no de una mera comunidad de naciones. Inmediatamente después casi interpeló a Duque sobre por qué el Parlamento Andino no ha hecho mucho para fomentar el turismo, la telefonía, el libro o el fútbol en el ámbito regional."¡Venga usted a hablar aquí! Recorra las regiones, Puno, Cusco, predique integración... Usted tiene una curul senatorial en Bogotá y se debe a la causa andina. ¡Predique, pues!", exclamó el presidente con el dedo índice levantado en dirección a Duque.