El lunes, integrantes del grupo autodenominado La Resistencia (un colectivo cuyo único objetivo en la vida, como dijimos hace poco más de un mes, parece ser el de "diseminar la mayor cantidad de odio y mentiras por donde va") rodeó la librería Primera Parada de Barranco. Estaban allí congregados para sabotear un acto en el que participaba el expresidente Francisco Sagasti a propósito de la promoción de su último libro, vociferando proclamas como "¡fuera los caviares!" y "Sagasti corrupto y asesino".No importa que aquellos epítetos que le endilgaban al exmandatario eran, por supuesto, falsos, porque la verdad, ciertamente, no es un asunto que les interese. Lo único que parece importarles, por el contrario, es el griterío. Imponerse no a través de la persuasión, sino del alarido.