La pelea la venían dando las brigadas de Aduanas de la SUNAT en tierra, donde mal que bien lograban éxitos a pesar de tener -en la mayoría de ocasiones- a la población en contra, pocos hombres para ejecutar sus misiones y casi ninguna ayuda de las autoridades locales. El trabajo era difícil y peligroso, pero alguien debía poner freno al ingreso ilegal al país de gasolina, petróleo y gas propano producidos en Ecuador, a través de la frontera con Tumbes y Piura y Cajamarca.Pero un día surgió un nuevo frente de batalla: el mar, donde es más difícil encarar al enemigo que cuenta con mayores recursos y medios de transporte, tiene más campo de acción y suma además la ayuda de algunas autoridades corruptas. Esta modalidad existe, aunque por ahora opera a baja escala. Pero es solo cuestión de tiempo para que las mafias que hoy financian y organizan convoyes de ‘lanchas’ (automóviles antiguos) que atraviesan la frontera cargadas de miles de galones de gasolina y petróleo cambien las pistas y trochas por el amplio mar.Las brigadas de control del contrabando de la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria (SUNAT) lo saben y se están desplazando a los puertos y caletas a donde podría llegar el combustible que traslada cada semana la larga fila de autos antiguos.