Desde este Diario, hemos venido explicando por qué la designación de Héctor Béjar Rivera como ministro de Relaciones Exteriores es particularmente nefasta prácticamente desde que juró al cargo. Desde su postura complaciente con los regímenes que han destrozado Cuba y Venezuela hasta sus delirantes afirmaciones sobre Sendero Luminoso ("ha sido en gran parte obra de la CIA y de los servicios de inteligencia", ha llegado a decir), el canciller se ha labrado el triste mérito de ser, después de Guido Bellido, el integrante más cuestionable de un de por sí empañado Consejo de Ministros.Lo anterior, como es evidente, lo había colocado en una posición sumamente precaria de cara al Congreso, donde ya se había presentado una moción de interpelación en su contra. Ahora, sin embargo, su permanencia es simplemente inaceptable. Y no es para menos.El domingo que pasó, "Panorama" divulgó una serie de declaraciones vertidas por Béjar antes de aterrizar en Torre Tagle, entre las que destaca una particularmente perturbadora: "[...] lo que hay que exigir es que, tanto el Ejército como la Marina, que es especialista en estas cosas, porque el terrorismo en el Perú lo inició la Marina y eso se puede demostrar históricamente, y han sido entrenados para eso por la CIA"... un disparate para el que, como cualquiera se dará cuenta, no cabe mayor interpretación posible, a pesar de que anoche la Cancillería trató de argumentar precisamente lo contrario en un vergonzoso comunicado que es, en sí mismo, una afrenta para una de las pocas instituciones de nuestro país que hasta hace muy poco gozaba de un bien labrado prestigio. La realidad, sin embargo, es que el Perú tiene como máximo representante de su política exterior a una persona que ha afirmado, sin rubor y sin pruebas, que la etapa más sangrienta de su historia fue ‘iniciada’ por una de sus instituciones tutelares.