EL EJECUTIVO DE CERRÓN
30 de julio de 2021

Más allá del discurso que los nuevos jefes del Estado hacen frente al Parlamento el 28 de julio, el mensaje más importante que dan como nuevos gobernantes llega con las personas a las que les confía un fajín. Así, el Ejecutivo hace explícita la manera en la que pretende gobernar el país y las materias que priorizará. Ayer, con el nombramiento del nuevo Gabinete -con horas de improvisado retraso-, y sobre todo con la juramentación a Guido Bellido, también parlamentario por Perú Libre, como presidente del Consejo de Ministros, el mandatario Pedro Castillo dio una pésima señal. Que hasta podría ser descrita como una provocación mezquina e irresponsable a la oposición y a ese importante porcentaje de la ciudadanía que desconfía del nuevo gobierno.En los días previos, la posibilidad inaceptable de que el puesto de primer ministro lo asumiera Roger Najar, hombre cercano a Vladimir Cerrón acusado de abusar de una menor de 14 años y embarazarla, sonó fuerte. Las resistencias a este escenario, sobre todo por parte de los aliados del nuevo mandatario, se hicieron palpables en los días previos a la juramentación y parecen haber disuadido a la nueva administración. Pero el señor Bellido trae consigo su propia serie de antecedentes inquietantes y, en muchos casos, harto condenables, que comprueban las preocupaciones que hemos expresado en más de una oportunidad en estas páginas, referidas al rol del fundador de Perú Libre en la administración de Castillo y a la talla del radicalismo de este último.Para empezar, la presencia de Bellido reafirma la presencia de Cerrón en el Gobierno. Él fue, por ejemplo, uno de los que coordinó el pago de los S/850 mil de reparación civil para el sentenciado exgobernador de Junín, como informó El Comercio. A juicio del flamante titular de la PCM, "si han puesto el ojo en Vladimir Cerrón es por un tema político" y, por ende, su condena fue injusta. Una perspectiva más cercana a la ‘conspiranoia’ que a una interpretación sensata de la realidad que delata indulgencia con los graves delitos por los que su correligionario fue sancionado por la justicia.