La segunda vuelta que culminó con la llegada de Pedro Castillo a la Presidencia ha dejado al país dividido en dos. Como se sabe, la diferencia de la votación obtenida por los candidatos de Perú Libre y Fuerza Popular fue inferior al 0,3% y los sectores que se alinearon detrás de cada uno de ellos sostienen hasta ahora una posición de severo contraste entre sí. Un fenómeno al que la nueva representación nacional no es ajena.Hay también en el Congreso recién instalado, en efecto, bloques con posturas marcadamente diferentes acerca de asuntos tan relevantes como el del camino que cualquier intento de cambio constitucional debería seguir o la relación que el Legislativo deberá guardar con el Ejecutivo a partir del 28 de julio. Y sin embargo, a pesar de sus distintos puntos de vista, los 130 parlamentarios elegidos en abril último deben conformar una sola institución. No existen, como ha alegado en reciente discurso político el secretario general de Perú Libre, Vladimir Cerrón, un Parlamento oficial y otro extraoficial, que se expresa "en la calle" y con el que se "hace la revolución", sino uno único y legítimo: un poder del Estado en donde las iniciativas legales se debaten y se aprueban o descartan por mayoría de votos y respetando las leyes que rigen su funcionamiento.En ese sentido, la elección de la Mesa Directiva que tuvo lugar ayer en el hemiciclo constituyó un acto de reafirmación de tales principios. La lista encabezada por la congresista María del Carmen Alva, de la bancada de Acción Popular, recibió 69 votos; es decir, el respaldo de más de la mitad de los integrantes del actual Parlamento y eso es inapelable. De hecho, así lo reconoció el legislador de Renovación Popular Jorge Montoya (que lideró una lista alternativa que solo recogió 10 votos) al acercarse a saludar a la triunfadora al finalizar el conteo.