Durante el 2020, el Perú no solo ocupó una de las peores posiciones del mundo en los indicadores de fallecimientos por COVID-19 ajustados por población, sino también registró una de las más drásticas contracciones de la actividad económica. Negocios cerrados, desempleo creciente y ahorros familiares consumidos eran el panorama que enfrentaba entonces el país. Poco a poco, sin embargo, la economía empezó a recuperarse y, hacia el primer trimestre de este año, el ritmo al que ganaba terreno excedía las expectativas. Y luego llegó la incertidumbre desde el frente político.De acuerdo con el Indicador Mensual Económico de El Comercio (Imeco), los indicadores económicos adelantados sugieren que la producción nacional habría crecido, en mayo, 42,8% en relación con mayo del 2020. Si se compara con mayo del 2019, la actividad económica habría caído 2,53%. El resultado es ligeramente peor que el de abril, cuando la economía se contrajo 1,9% frente al mismo período prepandemia, y apunta a un deterioro progresivo. La pérdida de velocidad es preocupante.Según fuentes consultadas por este Diario, el clima político se lleva la mayor cuota de responsabilidad. La demora en la proclamación del candidato ganador de la contienda electoral para presidente y, en caso fuese Pedro Castillo, la falta de claridad sobre el tipo de políticas que implementará habrían dañado las expectativas de inversión en las semanas anteriores, un proceso que bien podría continuar.