Lo sucedido con el becario peruano Diego Segura en el aeropuerto de Madrid, cuando hacía escala para ir a Praga, ha causado justificada indignación nacional y debe merecer una explicación y reparación por parte de las autoridades españolas.¿Cómo es posible que se maltrate a una persona, simplemente por el hecho de ser peruano? ¿Por qué tiene que dudarse de todo cuando se ve un pasaporte de nuestro país? Es cierto que la migración ilegal es un problema del mundo globalizado de hoy, que obliga a redoblar medidas de control. Pero esto no justifica de ninguna manera el insulto ni el abuso --aparte de ser incomunicado fue objeto de demostraciones de discriminación y racismo-- a que fue sometido por algunos policías españoles. Y, luego de ser detenido por dos días en condiciones deplorables, fue deportado al Perú.La Cancillería ha hecho llegar su protesta ante su par española, y la Defensoría del Pueblo pedirá una severa investigación y sanción, que debe ser pública. Actos como estos no pueden repetirse, por lo que deben ser denunciados en todos los foros internacionales. Es una cuestión de respeto a la persona, a los derechos humanos, y también de reciprocidad. El año 2004, cuando una ciudadana española fue encarcelada por ser homónima de una narcotraficante, el Gobierno Peruano pidió disculpas públicas por esta lamentable equivocación. ¿Hará España algo parecido?