RETROCESO HISTÓRICO
16 de mayo de 2021

Casi no hay aspecto de la sociedad que la aparición del COVID-19 haya dejado indemne. En un país que venía con una institucionalidad ya debilitada, las estructuras políticas, económicas y sociales se tensaron al máximo desde marzo del 2020 y, en más de una ocasión, se rompieron. Así, y como sucede en casi todas las crisis profundas, los más perjudicados fueron los más vulnerables. No solo por la falta de acceso a servicios de salud básicos durante la pandemia, sino también por la pérdida de ingresos.Según reveló esta semana el INEI, el gasto mensual promedio por persona cayó de S/802 en el 2019 a S/673 en el 2020, cifra equivalente a la del 2009. En ese sentido, la pobreza monetaria alcanzó al 30,1% de la población peruana, 9,9 puntos porcentuales por encima del dato registrado el año anterior, un aumento superior al que se había previsto. Como era previsible, el incremento en la tasa de pobreza monetaria fue más pronunciado en las zonas urbanas, donde subió 11,4 puntos porcentuales hasta llegar a 26%, pero la prevalencia de la pobreza sigue siendo en promedio más alta en zonas rurales (45,7%). Cabe resaltar que en Lima Metropolitana y el Callao la incidencia de la pobreza pasó de 14,2% a 27,5%, lo que coloca a la capital como la tercera región con el mayor deterioro luego de Tumbes y Pasco. Antes de la pandemia, uno de cada siete limeños era pobre; hoy lo es uno de cada cuatro.(Edición domingo).