Desde el momento en que Pedro Castillo llegó al balotaje del 2021, los principios e ideas que regirían un eventual gobierno suyo han sido materia tanto de preocupación como de dudas. Lo primero, por el radicalismo autoritario que describe el documento que presentó Perú Libre como plan de gobierno ante el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) y por la constante animosidad demostrada en campaña por el candidato y sus allegados contra instituciones como la Defensoría del Pueblo, el Tribunal Constitucional, el Congreso y la prensa. Y lo segundo, por lo difícil que ha sido identificar los liderazgos al interior del grupo político que delimitarán los nuevos planes de acción del aspirante al sillón de Pizarro.En los últimos días, en fin, Castillo se ha preocupado más por generar incógnitas en torno a esta materia que por disiparlas. Incluso ha formulado pretextos absurdos para no revelar quiénes serían los miembros de su equipo técnico, como "no voy a exponer a mi equipo técnico, ¿para qué, para que lo ‘terruqueen’?" y, hace poco: "Los equipos técnicos son parte del pasado, parte de la repartija". Aseveraciones que, por un lado, dan a entender que sí tienen un grupo de estas características y, por otro, que los consideran obsoletos. Contradicciones que se han expresado en la realidad, en personas que aseguran haber sido convocadas por el postulante a fin de elaborar un programa de gestión para el futuro cercano y en las reacciones de algunos miembros del partido contra estos.(Edición sábado).