UN PAÍS QUE NO SE MIRA
13 de abril de 2021

Decir, como se dice estos días, que el resultado cosechado este domingo en las elecciones presidenciales por el candidato de Perú Libre, Pedro Castillo, no se vio venir es falsear la realidad. Los sondeos y simulacros de votación de las dos últimas semanas (incluyendo los que no podían divulgarse libremente, pero a los que cualquier persona interesada podía acceder) registraron el crecimiento de la intención de voto por él y permitían proyectar que seguiría creciendo hasta el momento del sufragio.Pero ver venir no es lo mismo que entender. En lo rápido del incremento del respaldo a Castillo y en la ubicación de los lugares donde este se produjo de manera más señalada -la sierra sur y central del país- existe evidentemente un mensaje que requiere ser interpretado. Es, además, un mensaje repetido, pues de alguna forma reproduce lo que significó la votación por algunas listas parlamentarias de organizaciones marginales al ‘establishment’ político en las elecciones complementarias del año pasado, y se lo puede rastrear en realidad hasta la irrupción del fujimorismo en los comicios de 1990.