CONTRASTE DE IDEAS
9 de marzo de 2021

Estamos prácticamente a un mes del 11 de abril, fecha en la que acudiremos a las urnas para renovar a nuestras autoridades en el Ejecutivo y el Legislativo, y lo único que sabemos con seguridad, a partir de lo que anuncian las encuestas, es que nadie obtendrá ese día una mayoría importante en ninguna de las dos instancias. En lo que concierne a las elecciones presidenciales, podemos dar por descontado que habrá una segunda vuelta entre dos postulantes cuya identidad por el momento ignoramos, pero que difícilmente podrán arañar algo más del 20% del voto válido cada uno. Y en lo que se refiere al Congreso, todo indica que un sufragio muy dividido arrojará una pléyade de pequeñas bancadas, conformando una representación nacional de características muy similares a la actual.En último término, lo que los sondeos anticipan (y el escrutinio muy probablemente confirmará) es que existe un desdén de la ciudadanía hacia la clase política del país. Es decir, una absoluta ausencia de esperanza en lo que los líderes de los partidos que la albergan puedan ofrecer a los peruanos en estos comicios, con prescindencia de su procedencia ideológica o las convicciones que afirmen encarnar. No es un secreto que, hoy por hoy, la mayoría de gente percibe a quienes solicitan su voto como individuos en busca de privilegios y dispuestos a sacarse los ojos entre sí por una parcela de poder, y no como las personas con vocación de servicio y una particular visión de las cosas que ellas quisieran ser percibidas.