Hay una reflexión que parece sacada de un libro de consejos del corazón pero no por eso deja de ser cierta. Ya sea en el trabajo, con los amigos o en el amor, cultivar una relación requiere del esfuerzo constante entre ambas partes. La falta de honestidad, el desgano o la rutina pueden apagar cualquier vínculo y eventualmente extinguirlo. La idea también aplica al nexo que existe entre el sector privado y el Estado. Aunque algunos candidatos no quieran verlo, fomentar inversiones no ocurre de forma espontánea. Necesita reglas claras, respeto a los derechos adquiridos y un escenario de estabilidad que genere confianza. Sin ello, el capital se va a donde sea mejor apreciado. Esto es tanto así que en minería incluso existe un ránking que mide qué tan atractiva es una jurisdicción para invertir en ella. Se trata del índice de competitividad minera del Instituto Fraser que cada año recoge la opinión de inversionistas y especialistas del sector a nivel global. Lo triste del ránking es que demuestra que el Perú tiene varios años descuidando su relación con el sector minero. Si en el 2018 el país se encontraba en la posición 14 entre las jurisdicciones más atractivas para invertir, en la edición del 2020, publicada la semana pasada, hemos retrocedido al puesto 34. Peor aún, se trata del segundo año consecutivo que caemos 10 posiciones en el índice.