DEBIÓ DECIRLO
12 de febrero de 2021

Ayer, el expresidente Martín Vizcarra reveló que formó parte de la fase tres de los ensayos de la vacuna Sinopharm contra el COVID-19 cuando todavía se desempeñaba como jefe del Estado. Una circunstancia que no se conocía y que, al parecer, a nadie dentro del Gobierno (comenzando por él mismo) se le pasó por la mente que podría ser de interés para la ciudadanía. Como si las implicancias que podría haber tenido un desafortunado giro en la participación de un mandatario en las pruebas clínicas de un medicamento que en ese momento no contaba con ninguna garantía fuesen un asunto trivial. La verdad es que no lo son.Según ha contado el exmandatario -que solo se pronunció al respecto luego de que el tema se ventilara, aunque inexactamente, en un medio de comunicación-, en setiembre pasado, mientras se encontraba supervisando los ensayos del medicamento en una universidad local, un científico de dicha casa de estudios le preguntó si quería ser parte de los voluntarios. "Fui y consulté con el presidente del Consejo de Ministros [Walter Martos] y le dije: ‘¿Qué te parecería si es que yo me sumo a los voluntarios en esta fase de ensayo?’. El ‘premier’ me dijo: ‘Presidente, no le recomiendo, es muy riesgoso’", explicó. Para completar luego: "Finalmente, tomé la decisión valiente de sumarme a los 12.000 voluntarios y que me hagan la prueba experimental el día 2 de octubre".Aunque trate de justificar su acción envolviéndola en un manto épico, la realidad es que la decisión del señor Vizcarra estuvo más cerca de la irresponsabilidad que de la valentía, tal y como se lo hizo notar (acertadamente) su entonces primer ministro. Consultado, además, sobre por qué mantuvo dicha participación en secreto, el expresidente incurrió en una mentira. "Los 12.000 voluntarios tienen que mantener la reserva. Es parte del compromiso", afirmó.