El vergonzoso acto de corrupción que ha involucrado a un vocal supremo provisional debe motivar una profunda reflexión y, más allá de eso, medidas efectivas para afrontar la crisis del desprestigiado sistema judicial por parte de todos los poderes públicos.Debe empezar por reconocerse que esta vez las autoridades judiciales han actuado rápida y enérgicamente para separar al vocal cuestionado. Sin embargo, han demostrado poca voluntad para emprender el proceso de reforma judicial. Es más, se han limitado a pedir más presupuesto y solo ante la presión de la prensa se ha anunciado medidas de transparencia, cuyo cumplimiento es relativo. Todo esto dentro de un marco de rechazo al cambio por parte de la Sala Plena.Pero el problema mayor es el factor humano: ninguna reforma funcionará si no se depura a aquellos que sucumben a la corrupción y desnaturalizan la justicia. En tal sentido, la composición actual de la Sala Plena no es la más adecuada, sobre todo porque no ha tomado la iniciativa para hacer los cambios necesarios, lo que es más reprensible cuando hay proyectos ya avanzados por la Ceriajus que, entre otros aspectos, propone reducir a once el número de supremos.La crisis del PJ ha dejado de ser un problema de esta entidad para convertirse en un problema de todos, cuya solución no puede tardar. Como lo decimos en nuestras Propuestas para una Agenda de Gobierno, se necesita férrea voluntad política para reformar y si el PJ "no logra autorrenovarse solo queda que sea renovado desde fuera".