La presentación del último miércoles de la presidenta del Consejo de Ministros, Violeta Bermúdez, para informar a la población sobre las nuevas decisiones adoptadas por el Ejecutivo en torno a la segunda ola de la pandemia del coronavirus que estamos padeciendo en el país tuvo aciertos y desaciertos.Después del cortocircuito comunicativo que supuso la reunión que el presidente Francisco Sagasti encabezó con similar propósito la semana pasada, hizo bien la vocera del Gobierno en anunciar prácticamente desde el inicio de la sesión lo que la gente ansiaba saber: que no se había dispuesto volver a un confinamiento absoluto, como el que debimos cumplir los peruanos en todo el territorio nacional al principio de la emergencia. Fue positivo, asimismo, que la primera ministra despejase rápidamente las dudas sobre una eventual postergación de las elecciones generales, un asunto que podría enrarecer la atmósfera de la campaña electoral ya en marcha.A la hora de responder a las preguntas de la prensa, sin embargo, la primera ministra no estuvo igualmente atinada. Particularmente cuando un periodista le pidió aclaraciones acerca de cierta información aparecida en el medio digital Sucesos sobre supuestas órdenes de servicio generadas por el despacho presidencial. Según el portal de transparencia del Estado, desde Palacio se habrían comprado, entre otras cosas, tortas y ‘cupcakes’ por un valor de S/31.419, así como recordatorios de mármol por un valor de S/17.020, y zapatos para damas y caballeros por una cifra menor.Ayer, la Secretaría General del Despacho Presidencial aseguró en un comunicado que algunos de los gastos en cuestión fueron hechos por el Gobierno anterior. Pero la respuesta de la presidenta del Consejo de Ministros tendría que haber sido meridiana: o bien desmentía la especie, o bien daba una explicación satisfactoria sobre lo ocurrido. La señora Bermúdez no hizo ni lo uno ni lo otro.