PARA ENTENDER EL BICENTENARIO
30 de noviembre de 2020

Hasta hace pocos meses, el Perú no se percibía como un país ad portas de entrar en celebraciones históricas por sus 200 años de independencia. La pandemia del COVID-19, la crisis económica profunda, las tensiones entre el Legislativo y el Ejecutivo, entre otros asuntos gravitantes, habían secuestrado -comprensiblemente- la agenda. El país, así, no se había dado un respiro para reflexionar sobre sí mismo -sus logros, retos, errores y oportunidades- a propósito de su bicentenario. El estallido de la crisis política cambió dramáticamente la situación. Los movimientos ciudadanos en protesta por el gobierno de Manuel Merino y la subsiguiente toma de mando del presidente Francisco Sagasti han revitalizado el interés por buscar un significado colectivo de país. Del caos y la tragedia que siguieron a la vacancia presidencial de Martín Vizcarra nace un Perú con nuevos bríos para examinarse, medir sus fuerzas y exigir cambios.Si bien es difícil encapsular una narrativa que aún se encuentra en formación y desarrollo, las causas comunes giran alrededor de una mejor representatividad democrática, una política libre de corrupción, una nueva relación entre autoridades y ciudadanos, y un Estado justo, que respeta la institucionalidad y que pone al ciudadano al centro de sus decisiones. Los movimientos fueron en contra de la forma irresponsable del Congreso de vacar a un presidente y de un gobierno prepotente y represor, pero su implicancia ha ido mucho más allá y es hoy motivo de esperanza para encaminar modificaciones sustanciales en la manera en que se ha gobernado al Perú.