Con la primera vuelta electoral a poco más de seis meses, parte del Congreso quiere recordarle a la ciudadanía -a través de todos los medios a su alcance- que el Ejecutivo no es el único actor, que ellos también están presentes para hacer frente a la pandemia, y que únicamente desde el hemiciclo se pueden defender los intereses de la gran mayoría. Es solo de este modo que se puede comprender la moción de censura que se debatirá hoy en el pleno en contra de la titular del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), María Antonieta Alva.La herramienta política que hoy amenaza la estabilidad de la ministra Alva, huelga decirlo, es una prerrogativa válida a la que el Congreso tiene pleno derecho. Es parte del balance de poderes trazado en la Constitución. Asimismo, es válido llamar la atención sobre los pobres resultados del manejo económico en el país, y exigir una rendición de cuentas seria ante lo que será una de las contracciones económicas más grandes del mundo este año.No parece ser esto, sin embargo, lo que insufla el espíritu de censura en algunas bancadas, sino más bien una suerte de ajuste de cuentas con ribetes ideológicos. En la moción firmada por representantes de Unión por el Perú (UPP), Podemos, Frepap y Frente Amplio se indica que el "país necesita una economía con rostro humano, que piense en las madres de familia, en el ciudadano de a pie y en las mypes, en los desempleados y subempleados, en los que perdieron a sus familiares, porque la economía debe estar al servicio de la población y no de las grandes empresas". Si bien la política económica ha tenido errores -algunos gruesos-, la exposición de motivos de la eventual censura, cargada de frases vacuas y maniqueas, trasluce más bien un aprovechamiento político de la situación.