AREQUIPA INTERVENIDA
23 de julio de 2020

La circunstancia de que la ciudad de Arequipa, capital de la región que lleva el mismo nombre, esté levantada al pie de un volcán -el Misti- ha dado pie a muchas asociaciones relacionadas con el temperamento de sus habitantes. Se los considera turbulentos e insumisos, dispuestos a protestar igual que un volcán en erupción -es decir, de manera ruidosa y con consecuencias de pronóstico reservado- cuando sienten que sus derechos han sido atropellados o que se está cometiendo una injusticia.Ahora, una vez más, una gran indignación tiene enardecida a la población de Arequipa, y es por la inoperancia e indolencia del gobernador Elmer Cáceres Llica ante los estragos que la pandemia del COVID-19 está causando en toda la región. Según el Minsa, hasta hace dos días los contagiados por el virus llegaban a 10.400 y los fallecidos a 570. Pero la Gerencia Regional de Salud (Geresa) reportaba por esas mismas fechas 32.942 infectados y 735 víctimas mortales. Además, la situación de los enfermos y médicos en los hospitales y establecimientos del Minsa, que son administrados por el gobierno regional, es pavorosa.En el hospital Honorio Delgado, por citar solo el caso que más ha llamado la atención de la opinión pública a raíz de la visita que el pasado fin de semana el presidente Vizcarra no pudo culminar por las protestas del cuerpo médico y de los parientes de los enfermos, los pacientes permanecen en las afueras del nosocomio, en carpas o automóviles, a la espera de una cama; y los médicos tienen que comprar con sus propios recursos los equipos de protección personal para poder cumplir sus labores.