OPTIMISMO SIN UNANIMIDAD
15 de mayo de 2020

Antes de ayer, en una de sus comparecencias públicas ante la prensa y el país, el presidente Martín Vizcarra hizo un anuncio que hace tiempo todos esperábamos escuchar. "Ya el Perú llegó al tope, a la cima [de contagios], y comienza este nivel de descenso, que es lo que habíamos estado esperando", dijo. Y con ello, sin duda inyectó una dosis de optimismo en la población que viene soportando las exigencias y las estrecheces de la cuarentena hace ya dos meses.Si la curva de la contaminación, en efecto, deja de subir y comienza luego a bajar, por paulatino que sea ese proceso, empezaremos a ver la luz al final del túnel y el resto del camino de sacrificio se nos hará más llevadero. ¿Pero qué pasa si la noticia a la que aludimos resulta después desmentida por la realidad? ¿Qué ocurre si, pasados los días, las cifras no confirman el acceso a la meseta largamente ansiado? Pues, evidentemente, que cundirá el desaliento y el efecto final será una situación más difícil que la que existía antes de la auspiciosa notificación.A pesar de las advertencias del jefe de Estado contra la "gente que querrá bajar el ánimo" o "los famosos generales" que después de la batalla dicen "desde un escritorio" lo que tendría que haberse hecho, ese es un escenario que tenemos que explorar. No por ser aves de mal agüero o crear gratuitamente una atmósfera pesada en torno a la gestión del Ejecutivo en la lucha contra el COVID-19, sino porque hay opiniones con base científica que discrepan del diagnóstico presidencial.