AUTORIDAD. Nos referimos a ellos como "héroes", pero por la forma en que son tratados por su propia institución, a los y las policías deberíamos llamarles "mártires". Hasta la semana pasada, según el Ministerio del Interior (Mininter), más de 3,800 agentes habían dado positivo al covid-19 y 46 habían fallecido. Mientras la mayoría aprueba su labor y le demuestra su gratitud, no solo con aplausos, la crisis ha hecho evidente la situación de orfandad en que vive la Policía Nacional del Perú (PNP).Primero fueron los medios de prensa y, luego, la Contraloría, los que a lo largo de la emergencia sanitaria han sacado a la luz el pésimo manejo de la institución, que se refleja en la penosa atención que recibían los agentes en su propio hospital, el hacinamiento en las comisarías y las irregularidades en la contratación de servicios -como la fumigación adjudicada a una empresa sin autorización o la compra de ranchos sobrevalorados- y en la adquisición de materiales de protección de mala calidad y con sobreprecio.Hay indicios de la existencia de mafias enquistadas en mandos altos y medios de la PNP. Si las investigaciones constatan que es así, a la indignación que producirá el hecho de que la desprotección y maltrato de los agentes fue causada por quienes tenían la responsabilidad de velar por su bienestar, le tendrán que seguir castigos ejemplares. Posiblemente las pesquisas demanden tiempo, pero lo que no puede demorar es la reestructuración completa de la PNP.