La excandidata presidencial y lideresa del partido Fuerza Popular, Keiko Fujimori, recobró el lunes su libertad por disposición del Poder Judicial. Como se sabe, desde el 29 de enero de este año, ella estaba cumpliendo una renovada orden de prisión preventiva en el contexto de la investigación que se le sigue por presunto lavado de activos, organización criminal y obstrucción de la justicia. Pero la semana pasada, la Segunda Sala de Apelaciones atendió el pedido de su defensa y, tras revocar la orden ya mencionada, dictó su excarcelación.Ella deberá cumplir ahora con las limitaciones del régimen de comparecencia restringida que se le ha impuesto en remplazo del anterior (así como con aquellas que nos afectan a todos en medio de la actual emergencia), pero en general ha recuperado la mayoría de los derechos ciudadanos que la asistían antes de ser recluida en el Penal Anexo de Mujeres de Chorrillos.La pertinencia de la decisión de la justicia en este caso es ya motivo de controversia y con seguridad lo seguirá siendo en las semanas venideras. No es objeto de este editorial, sin embargo, abordar esa discusión, sino reflexionar acerca de una de sus consecuencias: la posibilidad que tendrá la señora Fujimori de participar nuevamente en la política.