Desde que la pandemia del coronavirus llegó al país, el Poder Ejecutivo ha jugado un papel protagónico en el combate de la enfermedad y en la prevención de los contagios. De hecho, el presidente Martín Vizcarra ha hecho apariciones casi diarias en la televisión para ofrecer actualizaciones sobre la evolución de la crisis y para anunciar, en más de una ocasión, medidas que complementen el estado de emergencia declarado hace más de tres semanas. La última encuesta de Ipsos, publicada el 22 de marzo, registraba 87% de aprobación a su gestión en el meollo de la cuarentena.El Gobierno, en fin, ha logrado hacerse del respaldo ciudadano tomando decisiones que, como hemos dicho desde esta página y según lo que argumentan los expertos, son necesarias para paliar los estragos de la epidemia, como el aislamiento social y el cierre total de las fronteras. Asimismo, se ha preocupado por dotar sus disposiciones de respaldo técnico, recurriendo a la asesoría de diversos especialistas. Muy distinto a lo que viene sucediendo en el Poder Legislativo.En efecto, el apremio de la crisis, y la oportunidad que distinguen en ella algunos políticos para cumplir un papel que pueda parecer ‘heroico’ con propuestas meridianamente populistas, ha resultado en una carrera en el Congreso por legislar sin que se hayan instalado todavía las comisiones especializadas y sin el empleo de los necesarios estudios técnicos para respaldar las iniciativas. Instancias y herramientas que, para bien o para mal, sirven como una especie de control de calidad para las leyes que eventualmente son evaluadas por el pleno.