DE NUEVO Y A ACOMODARSE
25 de marzo de 2020

Es claro que uno de los aspectos del comportamiento de buena parte de los integrantes de la representación nacional anterior que más irritó a la ciudadanía fue su vocación por buscar beneficios para sí y sus allegados a través del cargo. Desde los blindajes hasta las adquisiciones de artefactos eléctricos de dudosa necesidad para sus despachos, los congresistas elegidos en el 2016 incursionaron, en su mayoría, en incontables variantes del ventajismo y con ello se ganaron una reprobación general; incluida la de aquellos que les habían endosado originalmente su respaldo en las ánforas.Con esa evidencia tan cerca, era de esperar que quienes acaban de asumir la responsabilidad legislativa procurasen curarse en salud de la sola posibilidad de lucir parecidos a sus antecesores. En los últimos días, sin embargo, hemos recibido unas señas de que eso podría no ser así.Nos enteramos, en primer lugar, de la decisión de tres parlamentarios -Rubén Pantoja de Unión por el Perú (UPP), Matilde Fernández de Somos Perú (SP) y Juan de Dios Huamán Champi del Frepap- de abordar un vuelo al Cusco autorizado para el 21 de marzo con propósitos humanitarios (retornar a su lugar de origen a gente que había quedado varada en Lima tras las medidas de aislamiento social dispuestas por el Gobierno). Pantoja en particular hizo incorporar en la lista de pasajeros, además, a varios familiares suyos (11 personas con ese apellido viajaron en el avión). Si se considera que solo había permiso para trasladar a 41 individuos (sin contar a la tripulación), la dimensión del privilegio conseguido gracias a la condición de legislador queda a la vista.