¿NADA QUE DECLARAR?
13 de marzo de 2020

Debido a los destapes sobre asuntos turbios (o abiertamente delictivos) que marcaron el perfil de la anterior representación nacional y el posterior despliegue de blindajes que el país contempló indignado, la palabra ‘transparencia’ fue de seguro una de las más socorridas durante la campaña para las elecciones parlamentarias que se celebraron el pasado 26 de enero.Pero así como existe un dicho que afirma que "una cosa es con guitarra y otra cosa es con cajón", debería existir otro que proclamase que "una cosa es la campaña y otra cosa, la elección", pues ya con la curul asegurada, no pocos de los beneficiados por el voto popular han empezado a mostrar síntomas de una cierta renuencia a cultivar la transparencia que tanto mentaron cuando trataban de persuadir a la ciudadanía de respaldarlos en las ánforas.El comportamiento en cuestión se ha puesto de manifiesto a propósito de la presentación de las declaraciones de bienes y rentas, y la de intereses, que se les demanda a los futuros legisladores. Como se sabe, la primera consiste en un registro "de los ingresos, rentas, bienes, ahorros, inversiones, acreencias y pasivos, propios del obligado y comunes del matrimonio", así como de los derechos o participaciones que estos "mantengan con empresas, corporaciones, sociedades, asociaciones, fundaciones o cualquier otra forma asociativa privada". Y es obligatoria para jurar el cargo de congresista.