Esta semana se reúne en Canadá la crema y nata minera (empresarios, ingenieros, geólogos, inversionistas, especialistas, proveedores, funcionarios y curiosos). El motivo: PDAC 2020, la convención más importante para este sector globalmente.Se trata de una reunión bastante relevante para el Perú (y los motivos no son difíciles de entender). La minería representa el 60% de las exportaciones nacionales, más del 8% de todo lo que recauda la Sunat y aproximadamente el 10% del PBI (esto, sin contar el efecto dinamizador de la economía, que haría que los porcentajes sean incluso mayores). Así, querer lucirse en este evento tiene sentido.Ahora, no es solo que el Perú envíe a la PDAC a la segunda delegación más grande entre las 132 naciones presentes (el presidente del Banco Central y la ministra de Economía y Finanzas han confirmado su asistencia). Además, nuestro país es uno de los organizadores y cuenta con un programa especial llamado "Perú day" para destacar el potencial nacional en el sector.¿Y para qué se hace todo este esfuerzo? En primer lugar, porque la economía peruana lo requiere. El Perú es un país minero y lo ha sido por más de 400 años. Con un aporte tan importante al PBI, un buen año minero puede marcar la diferencia entre reducir la pobreza o no hacerlo.En segundo lugar, porque pese a que la inversión minera en nuestro país ha crecido sostenidamente desde el 2016 (superando los US$6.000 millones en el 2019), la exploración ha ido en sentido contrario. Así, lo invertido el año pasado en proyectos de exploración (US$356,5 millones) es poco más de un tercio de lo que se vio en el 2012 (US$905 millones).Y en tercer lugar, porque no basta con decir que la tierra de los incas tiene las primeras reservas globales de plata, las terceras de cobre y zinc, y las quintas de oro. Se debe demostrar a los potenciales interesados que el Perú es un país donde los contratos se respetan y las inversiones son viables y seguras, señala Alek Brcic Bello, editor de Economía y Día1 de El Comercio.