El sábado pasado, en declaraciones a la prensa, el ministro del Interior, Carlos Morán, anunció, como quien da cuenta de una decisión tomada, que "los congresistas ya no van a tener seguridad" y que los efectivos policiales dedicados a resguardarlos serían destinados a combatir la inseguridad ciudadana. Incluso, por si acaso quedaba alguna duda de que lo descrito sería eventualmente implementado, el miembro del Gabinete aseguró que sería materia de un decreto supremo a ser "aprobado próximamente".Ayer, cuando la medida de matices populistas parecía próxima a confirmarse, sin embargo, el presidente Martín Vizcarra, al ser consultado sobre el tema, corrigió lo dicho por Morán: "No se ha definido eso, es una propuesta que se hace", dijo e insistió en ello unas horas más tarde en una entrevista en RPP.Dados los antecedentes del jefe del Estado, lo más probable es que la enmendada de plana que nos ocupa haya sido consecuencia de las duras críticas que ha recibido lo planteado por el titular del Interior y su cuestionable trascendencia técnica. En fin, si estuviésemos ante algo distinto, como un miembro del Gabinete anunciando decretos supremos sin la autorización del mandatario, la circunstancia sería muchísimo más grave y Morán debería dejar su cargo.