Los ministros, suele decirse, son los fusibles de un gobierno. Cuando se produce un cortocircuito en los sectores que encabezan, ellos ‘vuelan’ para evitar que el problema escale y ponga a todo el Ejecutivo en crisis. La idea es cambiarlos rápidamente para volver a la normalidad y atenuar, en la medida de lo posible, el costo político del desaguisado que suscitó originalmente la turbulencia.Ese recurso, sin embargo, pierde eficacia si, producido el cortocircuito, el fusible -siempre hablando en lenguaje figurado, por supuesto- se limita a expresar una disposición a ‘volar’ y la decisión del eventual cambio demora hasta convertirse en un problema en sí misma.La reflexión viene a cuento a raíz del berenjenal suscitado ayer dentro del Gabinete que encabeza Vicente Zeballos y que terminó con la dimisión de los encargados de las carteras de Justicia, Educación y Transportes y Comunicaciones (MTC), que se suman a la del defenestrado ministro de Energía y Minas (Minem). Pero recapitulemos.