A la fecha, el accidente de Villa El Salvador (VES) del pasado 23 de enero ha cobrado ya 22 vidas, según informó el último fin de semana el Ministerio de Salud. Más que un evento absolutamente inesperado y aislado, la deflagración fue el último eslabón de una secuencia de negligencias y trágicos errores estructurales que ilustran, a su vez, el enorme costo que puede tener la normalización de la manera improvisada, indolente, e irresponsable con que se encaran asuntos serios en el Perú.En esta cadena de culpas y compromisos incumplidos -de la que no se escapan el conductor, la empresa y la Municipalidad de VES- un actor que no tuvo un papel menor es el encargado de la fiscalización del transporte de gas licuado de petróleo (GLP): Osinergmin.