En un contexto donde se pone mucho énfasis en hablar sobre la movilidad eléctrica, considero que se ha descuidado un recurso que hasta ahora no lo sabemos aprovechar: el gas natural licuefactado (GNL), que es el sustituto perfecto del diésel y que, según cifras del Osinergmin y del Ministerio de Energía y Minas al 2019, es el combustible líquido que más consumimos, representando el 58 % del total, del cual casi la mitad es importado.El Perú es un país minero y este sector tiene una participación mayor al 10% en el PBI nacional. Los beneficios que tendría el GNL en la industria son simples de entender: si tengo un gasto menor en combustible, mi rentabilidad será mayor, por ende, se benefician los accionistas, el Estado y las regiones por el canon. Por lo tanto, las empresas mineras serán más eficientes y menos contaminantes.Pero surge la gran pregunta: si es así de fácil, ¿por qué no se hace? Hay varias respuestas ante esta interrogante. Primero, el Estado tiene una falencia que viene arrastrando desde hace muchos años y es la falta de planificación, que no se da solamente en el sector energía, sino en varios sectores, señala Fidel Amésquita, profesor de Maestría en Gestión de la Energía de Esan.