La semana pasada, la Unidad de Análisis Económico de este Diario recordó que el empleo informal en el país suma ya 42 meses continuos de expansión y está próximo a llegar a la cifra récord de 13 millones de trabajadores sin protección alguna del Estado en su actividad productiva diaria. Ello representa el 73% del empleo en el país.A pesar de la retórica política habitual sobre el combate a la informalidad, lo cierto es que estos datos no causan ya sorpresa. Desde hace aproximadamente ocho años las reducciones en las tasas de informalidad han sido nulas o muy pobres, a tal punto que -décimas más, décimas menos- en el imaginario nacional la informalidad es siempre poco más del 70% de trabajadores, y no ha habido necesidad de actualizar esa imagen colectiva en casi una década.Como cualquier fenómeno complejo, las causas de la informalidad son variadas y trascienden lo puramente económico. No toda informalidad, además, es igual. La informalidad del sector rural es estructuralmente distinta que la urbana, la situación de los independientes difiere de la de los dependientes, e incluso dentro de estos últimos no es lo mismo la informalidad laboral en empresas formales que en empresas informales.