Ayer el presidente Martín Vizcarra decretó la disolución del Congreso de la República. En realidad, el mandatario ha procedido tal y como había adelantado en la víspera, cuando en una entrevista televisiva advirtió que, en caso el Parlamento no diera trámite inmediato a la cuestión de confianza planteada por el ahora ex primer ministro Salvador del Solar, él la entendería por denegada y, en esa línea, actuaría como finalmente hizo.Así, con la disolución del Parlamento se concretiza uno de los fantasmas que planeó en el ambiente político nacional desde el 2016 (el otro era la vacancia presidencial), cuando el voto popular determinó que los poderes del Estado quedaran repartidos entre distintas fuerzas políticas, anticipando una convivencia que, en principio, aparecía como un enorme reto democrático para nuestro país pero que, al final, ha terminado rebasándonos.