La movilización de los trabajadores mineros al Ministerio de Trabajo, donde sus dirigentes habían sido citados, derivó en anarquía cuando un grupo de ellos forzó el ingreso de sus dirigentes a la sede estatal a punta de golpes y destrozos. La Policía procedió a lanzar numerosas bombas lacrimógenas para dispersar a los manifestantes, generándose una gran trifulca en la cuadra 6 de la avenida Salaverry.