TÍA MARÍA ES UN MICROCOSMOS
23 de agosto de 2019

Lo asombroso de la suspensión de Tía María no es solo el rechazo patológico a la posibilidad del crecimiento económico del país, sino que ese rechazo haya sido azuzado por el propio presidente de la República y que la suspensión se haya dado cuando la batalla empezaba a ganarse. En efecto, en el Valle del Tambo, la protesta no había tenido el volumen que tuvo en ocasiones anteriores. Sí creció en la ciudad de Arequipa, donde el factor desestabilizador fue el gobernador, que instigó a los dirigentes sociales a movilizarse, lo que ocurrió con violencia delincuencial el 6 de agosto, no 30 pero sí 13 días después de que el presidente los instara a hacer una medida radical. Pero esa violencia desprestigió la protesta, generó una reacción contraria, y dos o tres días después el paro en la ciudad se había diluido. Y fue en ese contexto que llegó la suspensión.Por supuesto, ella ha empoderado a los antimineros, que ahora buscan la cancelación. Y han de ganar. Porque, más allá del desbande del gobierno, la verdad es que Tía María es un microcosmos de las fallas estructurales del Estado y la sociedad peruana, y por lo tanto puede ser un laboratorio para ensayar el remedio a esas fallas.Para comenzar, el movimiento antiminero o anticapitalista está organizado, y no hay nada que se le oponga. En el sur del Perú hay decenas de ONG antimineras y organizaciones políticas de izquierda. Frente a eso, Fuerza Popular, que debió ser la derecha popular que recogiera las aspiraciones de progreso de las clases emergentes, se desvió. Y APP carece de consistencia ideológica. Mientras tanto, la ideología nacionalizadora ha calado, señala Jaime de Althaus.