"Tengo que preparar el argumento", le decía el presidente Martín Vizcarra a las autoridades de Arequipa, a los radicales antimineros que presionaron al Estado a que retroceda frente a la licencia dada a Southern Perú para que ejecute el proyecto minero Tía María. Era el 24 de julio de este año, pocas semanas después de haberse dado luz verde a la mina. El viernes 9 de agosto se consumó el ofrecimiento, y el Gobierno suspendió la licencia por 120 días."Hay argumentos para retroceder y ya se presentó, vamos a hacerlo, pero no es que pueda hacerlo mañana. O sea, hay que verlo, pero hay que trabajarlo […]. Nos ayuda de que ustedes mismos hagan el sustento", se escucha decir a Vizcarra en la conversación que sostiene con el gobernador de Arequipa, Elmer Cáceres, y otras autoridades de la región. Y efectivamente, eso fue lo que pasó.Para entonces el Gobierno Regional de Arequipa ya había presentado el recurso de revisión de licencia que precisamente conllevó a la suspensión de la licencia que se hizo pública el viernes."Vamos a analizar la posición que han presentado. Ya ustedes saben cuál es mi posición pero no puedo adelantarla públicamente". De esta manera se infiere que el documento presentado por los arequipeños sería aceptado por el Gobierno, porque esa era la posición del mandatario, quien necesitaba municiones para sustentar la decisión.Si esto no es claudicar ante el caos, violencia y el bloqueo de carreteras que para entonces ya azotaban al sur ¿qué es?Resulta indignante escuchar al presidente de la República aliarse con los enemigos del Estado de derecho, del progreso y de la inversión privada. Martín Vizcarra traicionó los ideales que deberían identificar a un estadista, señala Diana Seminario.